Este personaje extraordinario, es el Padre Pío de Pietrelcina, nacido el 25 de Mayo de 1887, muerto el 23 de Septiembre de 1968, y declarado Santo por el papa Juan Pablo II en el año 2002. Es el místico, el estigmatizado, el que leía las conciencias. Un capuchino pobre que manejó millones de dólares en favor de los pobres. Un religioso muy obediente, pero incomprendido por muchos de sus superiores. Un profeta que hablaba en nombre de Dios y anunciaba hechos del futuro.
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Una vida semejante a la de Cristo, y un retrato de la vida de San Francisco de Asís. En él se cumplía lo que decía San Agustín: "La característica de los santos es que tienen un inmenso temor de hacer, decir, pensar, o desear lo que pueda disgustar a Dios". Dios le concedió a este santo sacerdote la gracia muy especial de leer las conciencias, para que así pudiera ejercer mejor el oficio de confesor y lograr hacer mayor bien a las almas.
Primero cúrese usted. Llegó un angustiado padre de familia a pedirle que rogara por la curación de su hija, pero el Padre Pío le respondió: "Antes de buscar la curación de su hija, lo que debe tratar de conseguir es la curación de usted mismo". Padre, yo no tengo ningún mal. Yo estoy bien de salud. Eso es lo que usted se imagina, pero la salud de su alma está terriblemente dañada. En su vida pasada veo por lo menos treinta y dos pecados graves que usted tiene sin perdonar. Confundido, avergonzado, no sabía aquel hombre dónde fijar sus ojos. Luego cayó de rodillas confesándose humildemente con el santo y en adelante su vida se transformó por completo y narraba el hecho a la gente diciendo: "Pero si ese Padre lo sabía todo".
"¿Por qué la gente es tan desagradecida con Nuestro Señor, que es tan bueno y generoso con todos? Sufro mucho por los pecadores y siento que muchos de ellos a pesar de todo lo bueno que es Dios, no quieren aceptar su salvación". Padre Pío