Te bendecimos Jesús resucitado, por haber enviado tu Espíritu Santo Consolador sobre tus apóstoles. Oraban unidos a María, cuando el fuego de tu amor los abrazó, transformando sus corazones y sus vidas. Gracias Señor, por haber cambiado su miedo en valor y su ansiedad en una gran paz; su falta de entendimiento en testimonio poderoso que alcanzó los confines de la tierra.
Pentecostés - Imagen Aciprensa |
Como cada año, en este tiempo también, el día de gozo por fin ha llegado, en nosotros al igual que en los apóstoles, desciende glorioso el Espíritu Santo, en forma de lenguas ardientes, cayendo sobre nosotros el fuego de amor, y poniendo en nuestros labios palabras de amor, abriendo nuestros corazones y colmándolos de calor.
Dejemos que el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, obre en nosotros. Abandonémonos a todos sus movimientos y no temamos. Él es sabio, suave y discreto que lo único que causa es el bien. ¡Cuánta bondad la de este Espíritu Paráclito para todos, pero es más grande para los que lo buscan!
Para recibir el Espíritu Santo no es necesario estudiar ni saber muchas cosas, es necesario solamente ser humildes y mortificados. Dígnate envolver mi espíritu en el tuyo con tanta fuerza, que yo quede sepultada en Tí para verme libre de mí misma.
Madre Esperanza.
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