Corpus Christi - Imagen Aciprensa |
Jesús, Tú eres Santo y más que Santo. Silenciosamente te haces presente en un pequeño y sencillo pedazo de pan. Concédenos entender con el corazón, que Tú estás vivo y que es por mí, por tí, por todos los hombres y mujeres, que te quedaste en la Hostia Divina para ser nuestro alimento. Jesús dijo: Yo soy el Pan Vivo, bajado del cielo. Si uno come de este Pan, vivirá para siempre....el que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna...permanece en Mí y Yo en él. (Juan 6,51.54.56-58. Dame Señor una fe viva que me haga consciente de Tu presencia real en la Hostia Consagrada. Solo los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y consagrar el pan y el vino que se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso , está presente de manera verdadera, real y substancial , con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su divinidad.
La Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la Sagrada comunión cuando participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la obligación de hacerlo al menos una vez en el año. El que quiere recibir a Cristo en la Comunión Eucarística debe estar en estado de gracia.
Cristo que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su corazón , sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la vida eterna y nos une ya desde ahora a la iglesia del cielo, a la Santísima Virgen María y a todos los santos.
La Sagrada Eucaristía no es un símbolo es la presencia real de Cristo.
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