En la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, fiesta Nacional de Acción de Gracias, veneramos al mismo Corazón de Dios, un corazón abierto por amor a los hombres, traspasado por una lanza en la cruz no para morir, sino para dar vida, de Él brota agua y sangre: agua que, como el bautismo,hace a los hombres hijos, y sangre de Eucaristía para alimentar a los hijos que van de camino al Padre.
Sagrado Corazón de Jesús. Imagen Aciprensa |
Fue Jesús mismo quien en el siglo XVII, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó a través de una humilde religiosa que se estableciera la devoción a su Sacratísimo Corazón. Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: "he aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres que no le ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor". Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.
En el Corazón de Jesús todos tenemos refugio. Él no nos juzga ni nos condena aunque hayamos pecado, sino que espera por nuestro cambio. Entonces hay que retornar a la gracia mediante la confesión sacramental realizada con seriedad de arrepentimiento y de propósitos.