martes, 21 de noviembre de 2017

Un "Profeta orante y sufriente".

El Papa Benedicto XVI enseñó que el significado de esta solemnidad es "contemplar el luminoso ejemplo de los Santos", quienes suscitan en nosotros el gran deseo de imitarlos en el vivir cerca de Dios.

Día de todos los Santos - Imagen Aciprensa
Todos estamos llamados a ser santos. ¿Cómo llegar a serlo? Para ser santos no es preciso realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales; es necesario creer en Jesús, creerle a Jesús, escuchar, obedecer a Jesús y seguirlo sin desalentarse. Esa innumerable muchedumbre de Santos que pueblan el Reino de los Cielos "que está en presencia del Cordero" comprende a todos los "siervos de Dios", a los que la iglesia ha decretado este título mediante la canonización, y a cuantos, en número inmensamente superior, han alcanzado la meta de la salvación, la eterna visión beatífica de Dios. Hoy todos estos santos  que tuvieron fe en la promesa de Cristo, a pesar de las fáciles seducciones del mal y de la aparente derrota del bien, "se alegran y exultan" por la gran recompensa que les ha hecho un Rey incomparablemente misericordioso y generoso.  Es la oportunidad precisa para que nos cuestionemos como cristianos. ¿Somos de aquella mayoría que camina hacia adelante porque eso hacen todos? O somos de aquellos que damos testimonio hasta las últimas consecuencias y no nos dejamos amedrantar por las persecuciones o las dificultades.

El Evangelio presenta el itinerario que debemos seguir para ser santos y encontrarnos un día con nuestro Creador: las bienaventuranzas, que se resumen en ayudar,consolar,confiar, orar y servir sin condición.

Busquemos el tiempo antes de que se acabe el tiempo para limpiarnos con el Sacramento de la Reconciliación (Confesión) y demos el primer paso para nuestra santidad, viviendo lo que Jesús nos dice a través de la lectura de la Sagrada Escritura. No amamos a Jesús porque no lo conocemos.

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