Santa Ana, la esposa de San Joaquín, después de una prolongada esterilidad, obtuvo del Señor el nacimiento de María, a quien llevó al templo a los tres años y la dejó al servicio divino en cumplimiento del voto que había hecho.
San Joaquin y Santa Ana - Imagen Aciprensa |
"Por sus frutos los conoceréis" dijo Jesús. Nosotros conocemos la flor y el fruto suavísimo producido por la planta añosa: la Virgen, Inmaculada desde su concepción, la que por divino privilegio fue libre del pecado original para ser después el tabernáculo vivo del Dios hecho hombre. Por la santidad del fruto, o sea por María, deducimos la santidad de sus padres, Ana y Joaquín.
Los santos y personas fieles son una confianza para la Iglesia Católica.
No debemos olvidar, que el ejemplo es la mejor herencia, no hay más hermoso para los hijos que recordar unos padres felices.
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