Cuaresma - Imagen Aciprensa |
La Cuaresma va desde el Miércoles de Ceniza, hasta el Domingo de Ramos. Hace referencia a los días que Jesús pasó en el desierto librando una lucha espiritual con el demonio. Es un tiempo de recogimiento, de penitencia, de oración, de ayuno, de reflexión, de purificación que el Señor concede a los que desean libremente convertirse a Él. Dios es sumamente respetuoso de la libertad de la criatura humana, permitiéndole que cumpla su voluntad, que lo escuche, que le obedezca..o que haga lo contrario. Tan solo le promete un premio y le pone ante sus ojos un castigo, pues su deseo es que todos se salven. La invitación siempre está puesta.
El profeta Joel, 2,12 por ejemplo exhortaba: "Conviértanse a mi de todo corazón con ayunos llantos y lamentos; rasguen sus corazones, no sus vestidos, y conviértanse al Señor tu Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del castigo".
"Convertirse significa volver la mirada a Dios, acercarnos al Divino Cirujano Celestial que usa como bisturí al sacerdote. El cual como ser humano, es un hombre como todos, pero digno de nuestro máximo respeto por el altísimo poder que Jesús le comunicó: el de lavar y de sanar nuestra heridas con la Sangre misma de Cristo, en cuya persona el sacerdote actúa"(Padre Antonio Looten).
"Tus pecados te son perdonados". (Mateo 9,2). Estas palabras Cristo las vuelve a repetir después de cada confesión bien hecha. Nos perdona, nos regenera a la vida, y nos anima a seguir nuestro camino ya sin el lastre pesado del pecado.
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