El Jueves Santo Jesús instituye la Sagrada Eucaristía el mandamiento del amor y el Sacramento del Orden Sacerdotal. No puede haber Eucaristía sin sacerdocio, ni sacerdocio sin Eucaristía.
Imagen Aciprensa |
La Eucaristía es la presencia sublime de Cristo que desea alimentar a cada hombre, sobre todo a los más débiles, para hacerles capaces de un camino de testimonio entre las dificultades del mundo. Él se dona a nosotros y nos pide permanecer en Él para hacer lo mismo.
En la Eucaristía se hace presente la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Cada Santa Misa, en efecto, hace revivir en el altar el momento más trágico y más solemne de la historia del mundo, cuando el Hijo de Dios se inmoló, sacrificándose a sí mismo para salvar a los hombres, sus hermanos rebeldes e ingratos. Se olvidan de que la Santa Misa no es un institución humana, sino divina, y que es el centro de la religión que como tal, une al hombre con Dios.
Muy claro fue el tercer mandamiento, dado por Dios en el monte Sinai: "Acuérdate de santificar las fiestas". Y cómo se le puede santificar si se suprime el mayor acto de culto, el más agradable a Dios, ofrecido por el Hijo al Padre?. Ninguna obra buena, ninguna oración, ningún sacrificio podrá jamás reemplazar a esta preciosa ofrenda que salva al mundo.
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